El camino que lleva a la cala es abrupto. Pasamos por varias zonas de rocas y otras con altas hierbas. Voy andando con cuidado para no tropezar, ya que llevo unos días que el suelo parece llamarme. Llevo el mismo vestido que ayer, pero Alan me ha prestado una chaqueta. No sé exactamente que vamos a hacer, no quiere decirme nada. Al fin llegamos a la pequeña playa de arena. Al lado de una pared de roca hay un cobertizo granate y en el agua, una barca. En el lateral tiene inscritas unas letras, parece algo como Skylor o Skylar, no lo distingo bien. Caminamos hacia la barca con paso decidido.
-¿Has navegado alguna vez?-pregunta sonriendo.
-¿Tú que crees? además, siempre le he tenido miedo al mar.
-Vaya, ayer nos conocimos, y ya se todo de ti.
No todo, pienso yo.
Saca del cobertizo dos remos y una caña de pescar. La brisa es agradable, pero el sol, que esta mañana había salido, comienza a picar en mi piel. Me da la mano y me ayuda a subir a la barca, él salta dentro con un movimiento grácil y comienza a remar. Echo la cabeza hacia atrás y los rayos del sol inciden directamente sobre mi cara. Cierro los ojos y escucho las gaviotas, el movimiento de las olas, el sonido que provocan los remos de Alan. El chico para de remar y nos quedamos en medio de tanta agua. Saca la caña y la coloca. Tira el sedal con el anzuelo en el extremo y la apoya contra el barquito.
-Solía venir a pescar con mi abuelo, hiciese bueno o tormenta. Vengo aquí a menudo.
-Es un sitio precioso-digo admirando el paisaje.
-Cristina, ¿Qué vas a hacer con tu vida?
La pregunta me pilla de imprevisto y me quedo callada. Nunca me lo había planteado.
- Supongo que estudiar, trabajar... Lo normal.
-¿Y no aspiras a más?
-¿Qué quieres decir?
Alan se queda callado y recoge el sedal. Hay un pez en el anzuelo. Lo suelta en un cubo y repite el proceso. Miro el agua, es tan cristalina, se ve el fondo y observo a los pececillos nadar, hay amarillos, morados y algunos transparentes.
-Tus padres te estarán buscando- suelta- pero puedes quedarte conmigo el tiempo que necesites- se apresura a añadir.
-Gracias- susurro- ya sé a que aspiro. A un amor verdadero. Quiero una familia en la que haya amor, no rota como la mía.
-Seguro que lo consigues- dice sin mirarme.
Lo miro, parece fuerte, pero en su corazón ansía una familia normal.Él también aspira a más, pero no lo dice.
Justo en ese momento pasan unas aves muy extrañas, rozando sus alas con el agua y me levanto impresionada, están lejos, por lo que me coloco en el borde para ver mejor.
-¡Cristina en el borde no!- me grita.
Intenta agarrarme pero tropiezo desequilibrando la barca y la volcamos. Me encuentro rodeada de agua y no puedo respirar. Intento subir pero tengo la barca encima, a parte el vestido me pesa y me hundo. Una mano me coge del brazo y me lleva al exterior. Alan se agarra a la barca y la empuja hacia la orilla, conmigo en brazos. Al llegar tengo los huesos entumecidos y me pesa todo el cuerpo. Nos tumbamos en la arena, aún jadeando.
-Lo siento- le digo.
Alan se ríe y yo le acompaño, vuelvo la cara y me encuentro cara a cara con él.
-Nunca lo había pasado tan bien- aclaro.
-Vamos, que caerte al agua sin saber nadar era uno de tus sueños- dice con tono burlón.
-Sí, está en la lista, junto a bailar con una serpiente.
Nunca había conocido a nadie que se comportara así, eso me gusta.
-En verdad tu sueño era ahogarte y que un chico guapo te hiciese el boca a boca, pero no has tenido tanta suerte.
Le lanzo una mirada entrecerrando los ojos y me río. Le agarro y le tiro al suelo mientras me incorporo.
-Ese era tu sueño, a mí me van mas las serpientes bailarinas.
Coloca un pie debajo de mi pierna desestabilizandome y obligándome a caer sobre él.
-Mentirosa- me dice.
-Lo siento, no eres una serpiente-replico haciéndome la enfadada.
Cuando intento levantarme me retiene y rodamos por la arena. El vestido empapado y lleno de arena se me pega al cuerpo y dificulta mis movimientos. Alan empieza a hacerme cosquillas y yo pataleo intentando librarme. Pruebo a contraatacar haciendo cosquillas pero me agarra por las muñecas y me paraliza. Tiene su cuerpo contra el mío y noto su respiración agitada. Mi corazón va cada vez más rápido. Me siento nerviosa y mi estómago se retuerce. Alan se inclina sobre mí. Su respiración llega hasta mi cuello. Justo antes de llegar a mi boca se para y me mira. Se incorpora con facilidad y me ayuda a levantarme. Tiene el ceño fruncido. El chico recoge sus cosas y nos encaminamos hacia el faro. Cuando subimos estoy realmente cansada. Alan me da ropa nueva y sale del faro. No me dice a dónde va. Me cambio rápidamente. ¿Qué acaba de pasar en la playa? Me iba a besar. Y eran las condiciones perfectas para un primer beso, pero algo lo tuvo que frenar. Me siento realmente estúpida, pero me pienso quedar en el faro.
Recojo mi pelo en un moño y me preparo para salir. Recorro el bosque que un día atrás había corrido. Llego hasta mi casa y se me hace un nudo en la garganta. Entro por la puerta trasera, que como siempre, está abierta y me encamino hacia mi habitación intentando no hacer ruido. Mi padre está dormido con la boca abierta en el salón, con una botella en la mano. La casa está destrozada y no veo por ningún lado a mi madre. Llego a mi cuarto y recojo lo imprescindible, ropa, zapatos, cepillo y alguna que otra cosa más. Antes de ir dejo una nota "Deberíais de resolver vuestros problemas. Hasta entonces, adiós. Cristina."
La nota me deja un mal sabor de boca pero vuelvo al faro. Cuando subo al faro estoy sudando. Arriba ya está él y me mira sonriendo mientras señala mis cosas.
-¿Eso significa que te vas a quedar?
-Sólo por un tiempo, cuando las cosas se calmen, volveré.
-Estupendo. Doscientos la semana.
-Te lo pagaré- le aseguro.
-Si no tienes... también puedes hacerme favores.
Enarco una ceja y sonríe.
-Ya sabes- dice él- salir a comprar, limpiar el baño...
Me doy la vuelta y miro la habitación.
-¿Dónde voy a dormir?
-Pues conmigo en la cama- dice como si fuese obvio.
Me acerco y le señalo con el dedo, amenazante.
-No vayas tan rápido. le digo.
Me coge del dedo y tira de mi, abre la boca para decir algo pero se lo piensa mejor. Me suelta y comienza a apilar mantas y cojines en el suelo.
-Dormirás aquí- anuncia una vez terminada su obra.
-¿Pretendes que duerma en el suelo?
-Hombre... también podrías dormir en la cama, pero yo no voy a renunciar a ella.
Molesta, suelto mis cosas al lado de la cama improvisada y me tumbo.
-Perfecta- anuncio.
y él esboza una gran sonrisa.
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