viernes, 6 de septiembre de 2013

El faro de Clogwyn (III)

Un rayo de sol se cuela por mis párpados. Me coloco las manos en la cara para que no me moleste el sol, pero acabo abriendo los ojos. Tardo en procesar lo que ven mis ojos y me incorporo muy rápido. Mi cabeza choca contra la estantería más baja y tiro unos cuantos libros. Me agarro la cabeza y engurruño los pies mientras gimo del dolor. Una risa surge detrás mía y abro un ojo. Alan está allí, con una camiseta blanca y pantalones negros.
-Buenos días, capitana.
-No me llames así- Le grito aún con las manos en la cabeza.
-Que amable eres, encima de que te dejo dormir en mi cama...
Miro a mi alrededor y me encuentro en la cama con forma de barca.
-¿Dónde has dormido tú?- pregunto con desconfianza.
Alan me guiña un ojo y se da la vuelta.Este chico me pone histérica, salgo detrás de él y le agarro el brazo. Noto un líquido debajo de mi mano. La miro y descubro una mancha de sangre en mi mano. Alan me mira con sus ojos verdes y no encuentro ni pizca de la alegría de antes.
-¿Qué te ha pasado?
-Parece ser que no eres la única que resbala.
-¿Dónde te has caído?
-En las rocas, persiguiendo a una sirena- dice, sonriendo.
Le pellizco el brazo y le miro seriamente.
-Salí con mi barca, y al desembarcar, resbalé y me clavé un anzuelo.
Voy al baño y cojo una toalla. La mojo y le añado jabón. Vuelvo a la habitación y le limpio la herida.
-Podría haberlo hecho yo- me dice.
-De nada- respondo haciendo caso omiso a su comentario- ¿Pescas?
-Pues claro, si no de donde saco el dinero para vivir.
-Eres muy joven para eso ¿No crees?
-¿Y tú? ¿No eres muy joven para andar sola por el campo y quedarte a dormir en un faro con un extraño?
-Tengo casi diecisiete, soy lo suficientemente mayor.
-Y yo diecisiete y medio. También soy mayor.
-¿Un chico de diecisiete, farero y pescador? buena carrera.
-¿Una chica de dieciséis abandonada a su suerte sin padres que le quieran? La tuya es mejor.
Una chispa de rabia se enciende en mi interior.Le empujo con ganas y salgo corriendo hacia las escaleras, pero los pantalones de franela se me enredan con los pies y caigo de bruces.Cuando me incorporo, tengo las mejillas empapadas de lágrimas. Me vuelvo y le grito.
-No me han abandonado, me he ido por mi propio pie, cállate.
Sé que no lo ha dicho con maldad pero la sucesión de imágenes de lo ocurrido ayer cae sobre mí como un torbellino y me derrumbo. Cuando despierto,estoy en la cama, y Alan a mi lado.
-Lo siento mucho, no sabia que te afectaría tanto- se disculpa.
-Tú no sabes nada- iba a continuar pero veo sus ojos tristes.
-Lo siento- prosigo- siento ser desagradable contigo. Gracias por dejarme estar aquí. Cuándo huí no sabia que hacer, y tú me ayudaste.
No sé ni lo que digo, no es propio de mi decir esas cosas.
-¿De qué huías?
No es la pregunta que esperaba, pero mi lengua sigue hablando.
-De mis padres. Llevan años teniendo problemas, mi padre veía a mi madre como un objeto, y le pegaba. Cuando vinimos a vivir aquí las cosas se calmaron, pero mi padre acabó descubriendo que mi madre se tiraba a otro en su despacho, y casi la mata a golpes, estaba borracho, y entonces huí...¡Por el amor de Dios! ¿Qué hago contando esto?
Me levanto y me golpeo la frente, por ser tan estúpida.
-Mi abuelo era el farero, Fred. -comienza- murió hace unos meses en el mar. Yo ocupo su puesto. La gente aún cree que el viejo Fred vive, si descubren que ha muerto, me echarán de aquí. Para el pueblo sólo soy el nieto de los recados. Mis padres murieron.
Me quedo perpleja y le miro. Me siento a su lado, pero no sé que decirle.
-Soy como tú. No tengo familia- digo sin pensar.
Abre mucho los ojos y responde:
-Pues yo seré tu familia.

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