viernes, 6 de septiembre de 2013

El faro de Clogwyn. (I)

Y entonces corro. Corro como si me fuera la vida en ello. Paso el gran vestíbulo como un rayo y atravieso la puerta. Los gritos de mi padre siguen sonando en casa. Mis botas se quedan pegadas al pavimento debido al licor que pisé en el despacho. Mi madre grita mi nombre, pero yo no le hago caso. Sigo corriendo.
Entro en el frondoso bosque. Las hojas del suelo crujen debajo de mí. El largo vestido me dificulta la carrera, pero no paro. Mi respiración se vuelve irregular y me ahogo. Tengo que parar ya que mis piernas no dejan de pincharme. Coloco las manos en las rodillas y me encorvo. Uno. Respiro. Dos. Respiro. Tres. y vuelvo a correr. En un punto no muy lejano los árboles se abren y dan lugar a una extensa pradera verde. El cielo gris amenaza con lluvia pero no me importa. La pradera tiene una pequeña colina dónde hay situado un faro blanco, detrás, la colina acaba abruptamente en un acantilado. Me acerco al filo y observo. El mar está agitado bajo mis pies y la brisa marina me revuelve el pelo que se me coloca en la cara. Las gaviotas chillan sobre mi cabeza. Respiro llenando mis pulmones de aquella paz. No pensaba que pudiera escapar de ese infierno, pero ¿ahora qué?  No podía volver a mi casa después de lo que había descubierto. No sería capaz de mirar a mis padres a la cara. Un crujido a mi espalda hace que aleje mis pensamientos de la cabeza. Me vuelvo con precaución. Detrás de mi, a unos cuantos pasos, hay un chico. Es más alto que yo y tiene el pelo marrón, ahora revuelto por el viento. Sus grandes ojos verdes me miran directamente con una leve sonrisa. Parece fuerte, pero no lo sabría decir con exactitud, pues su chaqueta negra le tapaba. Me quedo callada, con los ojos bien abiertos.
-Hola- me dice.
Sigo callada mirándole. Me recuerda a alguien, pero no sé bien a quien. Es bastante guapo. El típico chico por el que mis amigas suspirarían. Pero yo no.
-Hola- le contesto.
Estamos los dos de pie, bajo el gran faro. El chico echa a andar y yo doy un paso atrás, pero se detiene.Posa la mano en el tirador de la puerta de la estructura y la entreabre.
-¿Te encuentras bien?- me pregunta.
-Sí- contesto bruscamente.
-Soy Alan- responde tendiéndome la mano.
-Yo Cristina- le digo, sin darle la mía.
Alan entrecierra los ojos y entra en el faro. Yo me doy la vuelta y continúo mi reflexión mirando hacia el mar. No sé cuanto tiempo pasa hasta que una gota helada cae sobre mi nariz. Un trueno interrumpe la tranquilidad del paisaje y las gotas comienzan a caer. En un abrir y cerrar de ojos se convierte en un aguacero y estoy calada hasta los huesos.El frío y la humedad me reconforta y aclara mi mente.Tomo una gran bocanada de aire. Tengo que pensar cuál será mi próximo movimiento, no me atrevo a ir a casa.
-Cristina, entra.
La voz de Alan hace que salte del susto. No me lo esperaba.Está en la puerta y apenas lo distingo a causa de la lluvia.
-No hace falta, estoy bien- replico.
-No seas estúpida.
Se acerca a mi y tira con fuerza de mi mano. No me tomo su insulto demasiado mal, y dejo que me conduzca hacia dentro.

3 comentarios:

  1. Me encanta como escribes :) ¡Sigue así!

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  2. Llegue hasta aquí a través de una amiga y no me ha defraudado. Este capitulo esta muy bien narrado y me ha dejado con la miel en los labios, asi que espero el próximo capitulo con ganas.

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